El mar está lleno de medusas: Me picó una y entendí todo

Reseñas literarias
Por
Tammy
Lati

El mar Mediterráneo se parece más al del Caribe de lo que pensamos. Es verdad que una diferencia importante es el suelo: en uno hay piedras enormes casi escultóricas, en otro arena que parece harina. En ambos el agua turquesa cambia de color de forma insospechada, una mancha más clara, y luego otra más oscura. En ambos hay medusas.

A mí nunca me había picado una medusa antes, aunque siempre me habían llamado la atención porque me parecían criaturas extrañísimas, casi fantasmales. Como un animal de un cuento de ciencia ficción de Andrea Chapela, que no pesa casi nada, pero contiene toda la energía del mundo. Y así fue cuando sentí su picadura: un shock eléctrico que empezó en mi brazo y se extendió por todo mi cuerpo. Como si me hubiera enchufado a una corriente de otro voltaje, o como si hubiera tenido un corto circuito. Lo de después no fueron cables rotos y una pared quemada, sino una mancha roja que mutaba y una persona que la observa. 

Primero el ardor y una sensación punzante, unos minutos más tarde no sentía el antebrazo, estaba dormido y solo permanecía un ligero cosquilleo. Miraba la mancha roja con mucha atención y veía cómo iba conquistando más piel cual imperio, crecía sin miedo. Y el rojo se volvía amarillo, y el amarillo, blanco y adquiría grosor, como si la piel ya no fuera una tierra plana, sino una topografía más compleja con todo y montañas. Todo estaba caliente, un cuerpo en llamas. Después, pequeños puntitos amarillos en la mancha, como la ciudad con luces prendidas que se ve desde un avión. Luego vino la resequedad, la piel descarapelada y las ganas de rascarme de forma violenta, quería arrancarme el aguijón que me dejó la medusa y no me importaba sangrar en el camino. Ariel me vio, me agarró la mano con cariño y me untó crema con hidrocortisona cada 8 horas de forma religiosa. Al poco tiempo, la mancha se contrajo, sus orillas empezaron a desaparecer. Hoy, solo queda un rastro de una quemadura.

De cierta forma, encuentro muchos paralelismos entre El mar está lleno de medusas, la primera novela de Paola Carola, y la picadura de una medusa. Todo empieza con una mujer dándose cuenta de su mancha roja, que cada vez es más grande aunque intente esconderla debajo de camisas y sudaderas. Cargas el dolor y es imposible esconderlo: está ahí. Después se siente el fuego: quemarlo todo y volverse a reconstruir con los escombros. Luego combatir la resequedad: lograr plantar flores en tierras áridas. Y, al final, el amor de la gente que tenemos cerca, «sálvandonos de nosotras mismas». 

Algunas de mis frases favoritas:

  • «He aprendido aceptar que soy muchas versiones de mí». 
  • «Nadie nos dice que una ruptura es tan grande como la muerte de alguien».
  • «Estar con alguien es dibujar un mapa muy íntimo».
  • «Recordé la primera vez que le pedí al mar unas cuantas respuestas y solo me arrojó más preguntas».
  • «Sin importar que de este lado llueva, siempre les pediré a mis amigas que me manden fotos de sus días soleados». 
  • «Leí como si mi vida dependiera de eso». 
  • «Las amigas son el mejor espejo». 

Posdata

Hay un personaje que se llama Tamara que se parece demasiado a mí. 

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